Hoy, 1 de julio de 2023, España asume la quinta Presidencia rotatoria de la Unión Europea, desde el 30 de junio de 1986 en que ingresó con Portugal en las entonces Comunidades europeas. Se creó así la Europa de los doce junto con Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Irlanda, Reino Unido y Grecia.
Posteriormente a la incorporación de España y Portugal, han ingresado Austria, Finlandia y Suecia en 1995; República Checa, Chipre (sólo la parte grecochipriota), Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia en 2004; Rumanía y Bulgaria en 2007. Y Croacia en 2013. El 31 de enero de 2020, Reino Unido abandonó la Unión Europea. Nuevamente, es hoy la Europa de los 27.
Las cuatro anteriores Presidencias españolas tuvieron lugar en 1989, 1995, 2002 y 2010. En el segundo semestre, siempre más corto por el periodo vacacional, se produjo la de 1995 y ahora la de 2023. Esta última inicia un trio de Presidencias junto a Bélgica y Hungría.
He tenido el privilegio de representar a España en las presidencias de 2002 y 2010 y en la que hoy comienza.
Mucho ha cambiado el panorama geopolítico desde la última Presidencia española. El abandono de Reino Unido ha hecho menos técnica la Unión, – aunque su producción legislativa solo es comparable a la de Roma- siendo ahora más política.
A ello ha contribuido, sin duda, la gestión de la pandemia, con la creación de la Europa de la salud, y la movilización de fondos económicos sin precedente, como el de resiliencia y next generation, además de las tensiones derivadas de los marcadores del estado de Derecho por parte de determinados Estados miembros.
La agresión de Rusia a Ucrania ha creado, además, un sentimiento, no vivido hasta ahora, de unidad y de defensa, impensable durante la participación de Reino Unido, contrario a una política europea de la Defensa.
En este contexto, Europa se prepara para la segunda gran ampliación no a demasiados años vista: Ucrania, Moldavia y los Balcanes occidentales: Montenegro, Serbia, -pacificando sus relaciones con Kosovo- – Macedonia del Norte, Albania, Bosnia y Herzegovina. Georgia, como nuevo actor, siendo desde hace décadas candidato Turquía. La aspiración de estos pueblos y la voluntad política de Europa no empecen, sin embargo, la necesidad de cumplimiento de los importantes requisitos: democráticos, económicos y estructurales, que exige la entrada en el Club.
Las anteriores Presidencias españolas marcaron hitos importantes en la Historia de la Unión Europea: en 1989, se consiguió luz verde a la integración monetaria; en 1995, la denominación del euro y la acción política en la antigua Yugoslavia; en 2002, la gran ampliación de Europa y el uso civil del euro, además de la consolidación del espacio de Libertad, Seguridad y Justicia; en 2010, la primera aplicación del Tratado de Lisboa que enmarcó los nuevos roles del Parlamento europeo y la Presidencia estable de la Unión en rol compartido con la Presidencia rotatoria, en un contexto de grave crisis económica.
La Presidencia que comienza, se encuentra en clave nacional, marcada por las elecciones generales del 23 de julio, por primera vez en un periodo estival y además coincidente con nuestro importante papel internacional.
Pero, estamos ante una cuestión de Estado. Y no cabe duda que España será dinamizador -siendo demás la última Presidencia completa de la Legislatura- en un momento clave para Europa.
España ha determinado cuatro prioridades para los trabajos que se realizarán bajo su Presidencia del Consejo: reindustrializar Europa y garantizar su autonomía estratégica abierta; avanzar en la transición ecológica y en la adaptación medioambiental; impulsar una mayor justicia social y económica y reforzar la unidad europea.
Prioridades programáticas que debería permitir avanzar en una política presupuestaria permanente para las inversiones estratégicas y en una mayor estabilidad macroeconómica, culminando la brújula estratégica, en tiempos convulsos.
Europa, cada vez avanza más en su impronta internacional, apostando por el multilateralismo. España, como siempre que ha presidido la Unión Europa, mira hacia América Latina, buscando ser el puente con Europa de esta región con la que nos unen lazos hermanos. La cumbre prevista UE-CELAC tiene como objetivo finalizar el Tratado Mercosur e institucionalizar las relaciones entre las dos grandes regiones mundiales, neutralizando influencias externas como la de China.
En suma, España como estado miembro, desde su posición de gran potencia, europeísta, del Sur, tiene mucho que decir, y es seguro que lo dirá, reforzando su imagen y marca.